El misterio del envenenador de perros de Otívar y Jete (Granada)

A algún misterioso personaje -o a varios, vete tú a saber- no le caen bien los perros de sus vecinos de Otívar. En los últimos meses ha sembrado esta localidad costera, y su vecina Jete, de cebos envenenados ocultos que están haciendo a los animales de compañía caer como chinches. Este periódico ha podido constatar, a través de los dueños de las mascotas, cerca de veinte muertes de perros en los últimos meses y basta preguntar en el pueblo para encontrar nuevos casos. Las 'víctimas' del envenenador canino pueden ser muchas más.

El peligro no sólo acecha a las mascotas en las fincas agrícolas, donde la colocación de cebos envenenados es una práctica relativamente frecuente relacionada con las malas prácticas de algunos cazadores o propietarios de gallineros. Ahora los cebos mortales llegan hasta el mismísimo centro del pueblo, donde ya han matado a numerosas mascotas 'urbanas' como Lucho, un chihuahua de pelo largo que cayó fulminado -sin que sus dueños pudieran si quiera reaccionar- tras comer algo inadecuado durante un paseo. La muerte de la mascota ha supuesto un auténtico disgusto para toda la familia García Sánchez de Otívar. «Al perro lo vieron por la calle Cuevas comerse algo y a los pocos minutos se quedó tieso, no llegó ni al veterinario. Estaba sanísimo, no es normal que pase esto ni hay derecho a que los maten así», explica Inmaculada García, mostrando en la pantalla de su ordenador las fotos de Lucho.

El animal, que tenía pedigrí, le costó de cachorro 850 euros a Griselda, la hermana de Inmaculada y propietaria oficial del perro, pero desde que se convirtió en el mejor amigo de Grisi, su hija pequeña, el perro ya no tenía precio material. Era impagable. «La niña está muy afectada, es que yo no he visto chihuahua más bonito y más cariñoso que éste, ha sido un fallo no denunciarlo», lamenta Griselda.

Tampoco a Yolita Bagackiene, otra vecina de Otívar, se le ocurrió denunciar el caso a la Guardia Civil, aunque tiene clarísimo que la muerte de Tina, su coqueta yorkshire, es otro claro caso de envenenamiento. «Mi marido la sacó a pasear por la noche, no nos dimos cuenta pero algo pillaría por la calle porque al rato estaba tiesa. Llevábamos seis meses con ella y ha sido una pena. A mi hijo de nueve años le hemos dicho la verdad, que la han matado, así aprende el pobre lo dura que es la vida», explica Yolita.

Disgustos
Y no sólo los niños se están llevando disgustos por la repentina y absurda muerte de los perros por culpa del envenenador. También mayores como Manuel García, de 67 años, lloró como un niño la muerte de Chispa, «su perrillo chico». El chucho era conocido en todo el pueblo, por lo simpático de su estampa a lomos de un mulo cuando acompañaba todos los días al campo a su dueño. «Mi marido pilló una irritación y una pena que se tiró varios días que no levantaba cabeza. El pobre animal comió algo por la calle y vino a morir aquí a la escalera de la casa», cuenta Elvira García, la mujer de Manolo.

En localidades como Otívar, es frecuente que muchas mascotas anden sueltas por las calles cercanas a sus viviendas, pero la sucesión de muertes de perros en los últimos meses ha dado la voz de alarma entre los dueños, que ahora los vigilan mucho más. Manolo Novo, vecino de los García, reconoce que desde que murió envenenado Chispa no deja salir a sus perrillos Cuqui y Nani más allá del tranco de su puerta. «Es que tenemos mucho miedo de que los maten, son ya muchos perros envenenados y les tienen que meter algo fuerte porque caen como moscas», relata, recordando el mal rato que pasó su vecino Manolo.

Por las calles de Otívar, varios vecinos más confirman las muertes. «A una inglesa que llevaba cinco perros atados a pasear, solo le han quedado dos», coinciden varios vecinos. Sin embargo, la Guardia Civil de Otívar no tiene denuncias, por lo que pide a los afectados que pongan el caso en su conocimiento. El que sí que denunciado en el cuartel la muerte por envenenamiento de su perro es Manuel Bustos, que mantiene el cadáver de Casimiro, su mascota, en el congelador de una clínica de Almuñécar a la espera de que el veterinario lleve a cabo la correspondiente necropsia, en presencia del Seprona, para que la denuncia de pie a una investigación. Su perro se encontraba en una finca agrícola de Jete cuando resultó envenenado. Casimiro, un schnauzer enano, costó 600 euros hace cuatro años pero, al igual que los demás animales, para su dueño no tenía precio. «Murió de manera horrible. Llegó a la clínica veterinaria con espasmos, diarrea,... no pudieron hacer nada por él. Es indignante que los maten así. El que quiera a los animales me comprenderá, sabe que si les das diez ellos te devuelven 1.000 de cariño», comenta Bustos.

Denuncia y necropsia
Este propietario ha denunciado porque tiene claro que «hay que pararle los pies a quien esté haciendo esto y revisar si hay más cebos. Matar perros así es igual que ser un pirómano. Es un peligro no solo para los animales de compañía también para los niños que pueden tocar el veneno en los parques».

El veterinario que atendió a Casimiro, Antonio Pontes de la Clínica Pontes de Almuñécar, confirma que han conocido numerosos casos de envenenamientos. «En Jete y Otívar es muy frecuente el envenenamiento de perros, todos los años nos llegan casos», señala. «Lo curioso es que los cebos este año están en el núcleo urbano. Probablemente habrá muchos casos más de muertes de animales que ni siquiera sepamos», añade.

En su denuncia, Manuel Bustos hace además hace responsable al Ayuntamiento de Jete, porque su finca pertenece a este término municipal. Mientras el alcalde de Otívar, Francisco Robles, dice que conoce los casos solo de oídas por los vecinos -ninguna de las dos localidades tiene ahora Policía Local- el de Jete, Plácido Jerónimo, los conoce de primera mano. Tanto es así que el pasado año incluso salió a la calle personalmente, junto a trabajadores municipales, a quitar los cebos. «El año pasado recogimos 40 cebos en un día, eran huesos con productos fitosanitarios y lo denunciamos. Este año sabemos que han muerto perros en el campo», relata preocupado. «La cuestión es que no se puede demostrar nada ni acusar a nadie. Echan veneno en el pueblo pero no sabemos quien es. Pasa casi todos los años en esta época y en primavera», concluye.

http://www.ideal.es/granada/v/20101128/costa/misterio-envenenador-perros-otivar-20101128.html